Cómo pedir un cambio laboral
A la hora de pensar algún movimiento en el trabajo, es bueno tener en cuenta algunas estrategias. Aquí te damos algunas.
1) ¿Qué querés cambiar y por qué?
Sumergite en un proceso de escucha interna que abarque lo personal y lo profesional.
– En lo profesional: ¿Buscás solamente un aumento? ¿O hace años que tenés el mismo puesto y querés crecer? ¿Buscás nuevos desafíos? ¿No estás contenta con el lugar que ocupás en el grupo de trabajo? ¿O el giro que querés dar responde a un cambio en tu vocación, a haber descubierto en vos un nuevo potencial? ¿Tenés claro cuáles son tus fortalezas? ¿Hay reales posibilidades de crecimiento en tu espacio de trabajo o tenés que mirar afuera?
– En lo personal: ¿Estás estresada, te falta tiempo para vos, te sentís insatisfecha en otros aspectos de tu vida? Muchas veces, detrás de lo que aparenta ser una insatisfacción laboral, se esconde algo más profundo. Atención a esto, porque después, incluso con ese aumento en el bolsillo, el desgano va a seguir estando. Quizá sean otras las fichas a mover para recuperar la energía perdida.
2) ¿Es el momento indicado?
El momento ideal no existe, pero hay algunos puntos a tener en cuenta antes de golpear la puerta de la oficina de tu jefe/a.
Variables propias
– Adelante sí: estás tranquila, cumpliste un ciclo en el puesto en que estás, podés manejar la charla con tu jefe/a con tranquilidad y lidiar con un proceso de negociación. Si es un cambio pequeño, quizá no impacte en tu vida diaria, pero si se trata de un cambio grande, probablemente afecte tu vida personal (viajar más, trabajar más horas, etc.) Ya lo pensaste, y estás dispuesta a enfrentar el cambio.
– Mejor esperar si: estás en un momento de crisis, atravesando una mudanza, un duelo, o un pleno puerperio. Si no lo hacés, corrés el riesgo de no ver el panorama con realismo y, en el momento puntual de hablar, sentirte demasiado vulnerable y propensa a enojarte o a angustiarte. Considerá tu calendario interior. Incluso el hormonal.
Variables de la empresa
– Adelante si: la economía de la empresa va bien y no se avecinan grandes cambios ni cataclismos.
– Mejor esperar si: la empresa se encuentra en un proceso de transformación y ni siquiera tus superiores saben donde están parados. Si tu mano derecha, tu asistente o, incluso, tu jefe están por salir en una licencia larga. Pero ojo, tampoco dejes que tu sensación de desgano o insatisfacción se prolongue de manera tal que termines a los portazos. La vida es siempre una acumulación de ciclos, y muchos de ellos tienen fecha de vencimiento.
3) ¿Quién es tu interlocutor?
La primera persona a considerar para plantear el tema es tu jefe/a. Vale preguntarse qué tipo de persona es y cómo es la relación que los une. Si la relación es buena, sólo se trata de ver cómo vas a plantear la cuestión.
– Tu jefe/a es sumamente racional: aunque en tu deseo de cambio haya mucho de emocional, apelá a la argumentación. Exponele las razones que dan cuenta de tu necesidad de cambio con la mayor tranquilidad, estructurá la charla, no te embrolles. Evitá hablar de lo que sentís y contale lo que pensás.
– Tu jefe/a es más bien sensible: entonces, podés intercalar la parte profesional del asunto con alguna cuestión personal que está jugando un papel importante en la decisión –querés salir más temprano de la oficina, te casás, querés pasar más tiempo con tus hijos, etc. De todas maneras, lo emocional debería ocupar una pequeña parte de la charla.
– La relación con tu jefe/a no es buena: si en tu empresa hay un sector de RR.HH., una buena idea es acercarte a ellos. Contarles un poco de qué se trata ese cambio que estás buscando (sin criticar a nadie, mucho menos a tu jefe). Explicales que no es tu intención pasar por encima de tu jefe/a, pero planteales tu situación. Es probable que ellos puedan facilitar el diálogo.
4) ¿Cómo pedirlo?
– Antes de entrar: hacé una pequeña lista con los aspectos de tu gestión o aquellas tareas que quieres resaltar, tus logros, los objetivos alcanzados. Que te sirva de guía mental a la hora de la reunión. Luego, doblá la hojita, dejala sobre tu escritorio y adelante.
– Focalizate en lo positivo: explicá por qué te gusta estar en la empresa o qué aprendiste a lo largo de los años. No te detengas en aquellas tareas que te resultan pesadas. Que tu pedido no arranque con una queja. Tampoco empieces de manera agresiva o competitiva, quizás estés convencida de que sos capaz de hacer el trabajo mejor que tal o cual compañero o, incluso, que tu jefe/a, pero seguramente no sea el mejor mensaje para transmitirle.
– Preparate para escuchar: que lo tuyo no sea un monólogo. Abrí el juego al otro, preguntale cómo te ve, qué opina de lo que le estás diciendo. Escuchá lo que tiene para decir sin subestimarlo. Y confiá en que, muchas veces, hay todo un aspecto de la cuestión que una desconoce (presiones internas, opiniones de otros socios, etc.) lo que de nuestro lado puede parecer simple, quizá no lo sea tanto. Ve con la certeza de que la reunión abre un diálogo, pero no lo cierra.
5) ¿Y si las cosas no salen como esperabas?
– Proponte plazos: puede que hoy no haya lugar para el aumento que buscás o espacio para abrir ese área que querés implementar, pero quizás la oportunidad surja en un par de meses. Acordá con tu jefe/a retomar la conversación y pactá un tiempo concreto para hacerlo.
– No te apures en responder: si sentís que se te hace un nudo en la garganta o que te brota el enojo, respirá hondo y, simplemente, decile a tu interlocutor que necesitás un tiempo para pensar. Se trata de tu trabajo, y es lógico que vos también tengas que evaluar si lo que te están proponiendo te cierra.
Por Carolina Esses // Revista Ohlalá! – marzo 2011 – www.revistaohlala.com